Homenaje al MAESTRO
La FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción), institución privada, sin ánimo de lucro, que preside S.M. la Reina, y que desde su constitución en 1986 viene trabajando en la prevención del consumo de drogas y sus consecuencias, ha organizado la celebración el próximo día 30 de Septiembre del Homenaje al Maestro, que cuenta con el respaldo de los medios de comunicación y de una amplia representación de la sociedad civil.
La FAD, como fruto de su experiencia, ha llegado al convencimiento de que la vía más eficaz para prevenir los consumos de drogas, y en general de cualquier condeucta de riesgo social (violencia, intolerancia, xenofobia ...), es a través de la educación iniciada en la etapa infantil, fomentando así la capacidad de los jóvenes para manejar las situaciones de riesgo y habilitándoles para que puedan tomar decisiones autónomas con mayor libertad y menor vulnerabilidad.
Y, en este contexto de educación preventiva, cobra una extraordinaria relevancia la función educadora que desarrollan nuestros maestros, maestras, profesores y profesoras. El Homenaje pretende subrayar la importancia de esta labor, reforzar la colaboración familia-escuela y, sobre todo, reclamar la atención de la sociedad y movilizar el apoyo social hacia los profesionales que tienen encomendada tan importante misión y a los que hay que facilitar los recursos necesarios.
Con motivo de este Homenaje, el profesor José Antonio Marina ha redactado un Manifiesto del Maestro que pretende resumir el significado del Homenaje:
HOMENAJE AL MAESTRO
De los recuerdos de nuestra infancia emerge siempre la clara figura de una maestra o de un maestro, con quien tenemos pendiente una deuda de gratitud. Suele ocurrir que tardamos mucho en darnos cuenta de su influencia benefactora, y para entonces aquellas personas que sirvieron de puente entre la familia y la sociedad, que suavizaron el desamparo de los primeros días de escuela y nos llevaron de la mano por los laberintos del abecedario y la cultura habrán desaparecido ya de nuestras vidas. Un homenaje al maestro puede servir para pagar esta deuda de gratitud. Es por ello un acto de justicia poética.Pero también es un acto de justicia real, porque tiene que servir para llamar la atención de la sociedad hacia una profesión que, por esa inversión de prestigios que desdichadamente sufrimos, pasa inadvertida o menospreciada. Otras admiraciones más espectaculares nos hacen ser mezquinos al valorar a las personas que nos enseñaron las primeras letras, que nos obligaron, con una conmovedora paciencia, a dominar nuestra atención, tan propensa a irse por las nubes, para fijarla en el encerado o el cuaderno. Para el niño, ellos son los máximos representantes de la cultura, y, para todos, los grandes funcionarios de la Humanidad. Supieron hacernos pasar de un mundo de afectos privados a un mundo de afectos sociales, y nos convirtieron en pequeños ciudadanos, al enseñarnos las normas compartidas.
El maestro necesita autoridad para poder ejercer bien su cometido, y esa autoridad sólo puede recibirla de un generoso y constante apoyo social. Un homenaje al maestro se convierte así en una eficaz colaboración pedagógica. Y también en una demostración de inteligencia ciudadana. La sabiduría de una sociedad, su estatura ética, se demuestra en los modos de conferir prestigios o distinciones. Cuando esos reconocimientos se dan a quienes no los merecen, o dejan de darse a quien los merecía, se produce una corrupción social, un empequeñecimiento que a todos nos empequeñece. Al homenajear al maestro estamos ennobleciendo el espacio de nuestra convivencia.
A los adultos nos invade muchas veces el desaliento ante el futuro, un cierto cansancio de lo porvenir. Entonces deberíamos recordar la figura del maestro, que es el profesional de la esperanza, el incansable, humilde y magnífico cuidador del futuro. Con la misma tenacidad con que el árbol florece en primavera, él volverá a enseñar que dos por dos son cuatro. Nos convendría a todos regresar por un momento a ese ámbito animoso y cordial. Este homenaje puede servir también para reavivar nuestra esperanza.
Por todas estas razones, de justicia, de sabiduría, de propio interés, invitamos a niños y a adultos, a padres e hijos, a participar en un homenaje nacional e intergeneracional al maestro.
JOSÉ ANTONIO MARINA
Publicado el Lunes, 27 de Septiembre de 2004 a las 16:01 (9536 lecturas)
